Chica Sobresalto y su noche en Apolo

Seis meses después de su última visita a la ciudad condal, Chica Sobresalto aterrizó sobre el escenario de la Sala Apolo para subirnos a su viaje interestelar. Éste empezó de una manera poco convencional, únicamente su presencia, guitarra entre los brazos y el silencio tras los aplausos. Ella misma confesó estar algo arrepentida de dejar a la diva atrás. Pero el público la acompañó con los ojos llenos de expectación en su primera parada: Muerte en Twitter, tan íntima como desgarradora. De hecho, tan temprano se atrevió a admitir que eran “los mejores” que lo contó en voz baja cual secreto… ups, se nos ha escapado, perdón, Maialen.

Tras ésta, tres chutes de energía recorrieron todas las esquinas de la sala con Somatropina, Adrenalina y Dopamina. La última fue dedicada por la artista a aquellas personas que aparecen con tal fuerza que “te pegan un buen susto”, pero te salvan la vida, a nuestras mujeres eléctricas. “Ahora viene la bajona”, avisó a continuación.

Serotonina y Melatonina bajaron la intensidad del sonido y subieron la de las emociones. Maialen cogió de la mano a cada uno de los presentes, despidiéndose una noche más de su abuelo y cediéndoles la nana para que pudieran llorar su propio adiós. También presentó la historia de su prima con Progesterona, apuntando a la desinformación y desconocimiento que existen sobre la endometriosis.

 

Selección natural dejó en un puño a más de un corazón y se hizo un delicado coro al unísono declarando “Sálvese quién quiera, que yo no”. Txapa, uno de los integrantes más queridos de la banda, tomó entonces su violín para interpretar Inconstantes vitales (esa canción ya no tan secreta porque “ya está en Spotify”) junto a ella. Además, ambos se apoderaron de las risas de los espectadores al hablar improvisadamente sobre el ghosting. Menosperdida llegó tras otro chascarrillo de la cantante, en el que indignada contó que ya no podía disfrutar de los descuentos del metro en Madrid y que le encantaría tener un carnet en el que figurara el título de “súper joven”. Todo ello para introducir el precioso tema que compuso con tan solo 16 años.

Pasado el ecuador del concierto, Gurbindo desapareció del escenario unos minutos, dando protagonismo absoluto a sus músicos, que se enredaron en una espiral de notas infinitas. Y de pronto, apareció ella, exclamando “¡soy Lady Gaga!” al cambiar los rayos de su anterior traje por un helado en el pecho y una larga capa que marcaban el inicio del momento más punky de la noche. Oxitocina y ¡Gózame ya! sirvieron para reclamar el derecho a la libertad de nuestros cuerpos, mientras que a mitad de Endorfina nuestra superheroína dio a Olaia, su nueva pianista y corista, el testigo de la voz principal, y por primera vez bajó a bailar con los fans, de diferentes generaciones y edades (algunos incluso caracterizados como ella).

chica sobresalto

Y de coreografías iba la cosa, porque tanto ella como el Chico efervescente se marcaron un tutorial del baile del sultán antes de tocarla, explicando que la clave era creer que lo tienes todo en la vida y que el paso “no se hace, sino que se siente”, mantra de una admiradora que Chica Sobresalto hizo suyo al repetir. La complicidad con los asistentes era tangible entre miradas, sonrisas y bromas bidireccionales, así que antes de cantar las tres últimas piezas, pronunció un trabalenguas en catalán y preguntó cómo se pide un bis en el idioma, para luego invitar a todos a gritar la letra del Tractor Amarillo al acabar Perdóname cuerpo, instante ya icónico en sus bolos. Baquetas en mano, Sobresalto subió a aporrear la batería de Aritz y acabó por todo lo alto (irónicamente) en el suelo, dando patadas incansables al aire a ritmo de los platillos y los tambores.

 Ese 12 de noviembre, Chica Sobresalto guardaba un as bajo la manga: Anne Lukin, amiga y compañera de Operación Triunfo, irrumpió en el escenario para compartir Navegantes. No fue posible invocar a Leonardo DiCaprio, pero la magia de la pamplonesa impregnó la atmósfera de ternura y talento. Tras su marcha, los ojos de Chica Sobresalto se tornaron vidriosos al agradecer la presencia de cada una de las personas, prometiendo que no iba a olvidarles nunca. Fue justo entonces cuando toda la Apolo se fundió en una ovación que parecía no terminar y se dejó la voz con Fusión del núcleo para celebrar el primer aniversario de ésta. En un concierto que recuperaba parte del formato que tanto amamos, de pie y sin distancias, la banda al completo -entre ellos Ibai y Gorka- se mezcló entre la gente para saltar al ritmo de Bailando Raro, el single más reciente de la artista, lanzado con ese mismo propósito.

Podemos afirmar con toda la seguridad que la nave Sobresalto cumplió con su cometido: llevar a todos hasta los mismísimos confines de Plutón, olvidando así la gravedad por un rato.

 

Crónica: Jocanda Puerto – Fotografías: Ylenia Nievas

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