La banda hizo bailar a su público en La Sala del Wizink Center madrileño
Era sábado y las calles de Madrid estaban repletas. Transeúntes, turistas y fans de música se entremezclaban bajo las nubes grises de la ciudad. Eran las nueve de la tarde, La Sala del Wizink estaba llena y Merino entraba en escena.
No es la primera vez que os hablamos de Merino, ni será la última. Hace poco, presentaban su nuevo disco, o más bien dicho lo lanzaban al público… y el sábado lo presentaban, ahora sí, en directo. Con el cartel del «Sould Out» en la puerta y la emoción más que palpable el concierto empezaba como una tarde de domingo de peli y manta, como algo que no queremos que acabe nunca.
Bailando con Lobos abrió la velada seguida de canciones como Cadaqués o Me Voy (pero nos quedamos). Canción tras canción la sala se convertía en una pequeña chimenea que calentaba las almas de cada asistente. El público coreaba cada palabra y cada verso que Sandra cantaba desde su dulzura energética tan suya.
Cambios de vestuario, humo, y puestas en escena dignas de las mejores películas de Tarantino o de la mismísima Purga (cada cual sus referencias). Bomba de Humo, Cerca del Invierno o Demasiado grande fueron parte del Setlist más peliculero de Merino. Entre sorpresa y sorpresa Chica Sobresalto apareció para cantar Generación Triste junto a la banda, uniendo sus voces y parando el espacio tiempo durante unos minutos.
La Sala se había convertido en una pista de baile con Merino de banda Sonora. Y así con canciones para bailar toda la noche el concierto fue llegando a su fin. Que no se entera nadie y Apareciste fueron las canciones encargadas de cerrar una velada memorable. Merino volvió a demostrar que son todos unos experto en eso del directo y que sus canciones son Himnos de Guerra.
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